La Semana Santa está a la vuelta de la esquina y La Jacetania ofrece un sinfín de posibilidades para disfrutar de la esencia del Pirineo. Este año, los días 28 y 29 de marzo serán Jueves y Viernes Santo respectivamente, por lo que suponen un puente atractivo para aquellos que quieran desconectar de la rutina del día a día.
Además de todas las actividades que ofrece el Pirineo gracias a su entorno, este año los amantes del deporte blanco podrán disfrutar de unos espesores de nieve que asegurarán un buen final de la temporada de esquí.
Los devotos a la festividad, deben saber que la Semana Santa jaquesa cuenta con varias cofradías y hermandades que muestran catorce pasos, algunos de ellos con más de cien años de historia. Tradición y fe se mezclan en las diferentes procesiones que recorren las principales calles de Jaca. El casco viejo de la ciudad se llena de cofrades de diez hermandades diferentes, turistas y religiosos que dan culto y muestran la pasión por su religión.
Además de las diferentes procesiones que recorrerán Jaca, este año habrá conferencias, conciertos y exposiciones que versarán sobre la Semana Santa. El próximo 8 de marzo tendrá lugar el concierto del Orfeón Jacetano, mientras que el 16 será el turno del encuentro de cofradías en la Catedral, una misa cantada por la Coral de la Cámara de la Catedral. Los amantes de la fotografía podrán presentarse al concurso fotográfico sobre la Semana Santa jacetana que establece un permio en metálico para el ganador.
Además de los actos religiosos, el Pirineo ofrece siempre actividades versátiles para diferentes edades y gustos. Sumergirte en la cultura de la zona, conocer los deportes de invierno como los de nieve o el hockey o disfrutar de las vistas de las montañas desde casi cualquier punto son otros de los puntos fuertes del territorio.
Y para reponer fuerzas, tapear por las calles de Jaca o disfrutar de otros platos típicos como migas, cordero asado o carnes a la brasa son siempre una buena opción. Una gastronomía que se une a la cultura, la naturaleza y la tradición para conseguir un escenario único: el Pirineo aragonés.