Huesca es una de las tierras más ricas gastronómicamente hablando. Sus productos de proximidad y calidad están criados y recolectados con mimo entre sus campos y montañas de más de 3.000 metros de altitud. Los restaurantes que los trabajan, desde luego, destacan entre el resto. Ejemplo de ello es el Restaurante Valle de Aísa, sinónimo de sabor y tradición en cada uno de sus platos.
Bajo el lema, “sensaciones que perduran en tu paladar y en tu memoria”, su chef, Moncho, mezcla el mejor producto cercano de la comarca de la Jacetania y de la provincia de Huesca con una experiencia, cariño y dedicación trabajados en décadas.

Comer en su restaurante es sencillamente un placer. Su paletilla de ternasco deshuesada, cocinada a baja temperatura y bañada en salsa de cerezas de Bolea es una delicia y su conejo escabechado (de la abuela) consigue sacar el mejor partido a su materia prima autóctona.
Muchos de los que visitáis los pueblos de la zona preguntáis por la tradicional “olla jacetana”. Pues bien, si queréis probar la auténtica y tradicional olla en un espacio tradicional y acogedor éste es vuestro sitio. Aquí Moncho la realiza con judías blancas, borrajas, torteta y costilla de cerdo. La acompaña con ensalada y ricos postres caseros. Servida, por supuesto, en la tradicional cerámica diseñada por Miguel Castejón, alfarero de ‘Embarrarte’, en Santa Cruz de la Seros. En ella se distinguen el ajedrezado Jaqués como muestra del patrimonio cultural, una exafolia como símbolo de la mitología pirenaica y el nombre de Olla Jacetana para su ubicación en el territorio. Los colores son azul y blanco como la vajilla que existía en el Monasterio de San Juan de la Peña.
Otras recomendaciones: su arroz con boletus y foie o el bacalao “montañés”. Platos pensados también para perdurar en tu memoria, y en tu paladar. Busca en el Restaurante Valle de Aísa sabor y tradición en cada uno de sus platos.
