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El misterio del agua de la ermita de Sasabe

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Son muchos los puntos que envuelven de misterio a esta pequeña ermita de Borau, a sólo 10 kilómetros del pueblo de Aísa. Empezando por su construcción y el lugar elegido para la misma, y continuando por haber sido lugar de ocultamiento del Santo Grial. ¿Por qué una iglesia tan importante se construiría sobre las aguas, con el riesgo de inundación que esto supone?

La ermita, a modo de «piscina cubierta», antes de los trabajos realizados en 2001

La ermita de San Adrián de Sasabe está localizada en la intersección de dos barrancos: el Calcil y el Lupán que originan con su fusión el río Lubierre afluente por la derecha del río Aragón entre los lugares de Abay y Ascara. Es sin duda un terreno húmedo, abundante en materiales de arrastre de los mencionados barrancos. Un sitio nada seguro para construir nada, lo que nos lleva a pensar en el porqué. ¿Quizá una aparición? ¿Algún iluminado profeta? Algo muy especial tuvo que ocurrir en ella para que sus arquitectos se saltaran todas las normas de construcción de la época (sus cimientos son sobre madera, en lugar de roca como ocurre con todas las iglesias del románico).

El agua siempre entraba en el templo como si de un balneario cubierto se tratase.

Por otro lado, es importante señalar que ésta no fue una ermita cualquiera. De hecho, en realidad fue la Iglesia de un monasterio del X desaparecido donde además se compartieron sede los obispos de Aragón, antes de que el obispado estuviera en Jaca. Este monasterio era, junto con el de San Pedro de Siresa y Ciela, los encargados de organizar los territorios de sus respectivos valles. De hecho, hoy en día se puede leer en una inscripción que en este lugar descansan tres obispos de Aragón.

En este lugar descansan tres obispos de Aragón.

A lo largo de los años, como hemos comentado, la ermita-iglesia quedó sumergida bajo las aguas, para volver a renacer de nuevo en 1962 tras una recuperación llevada a cabo por el Gobierno de Aragón. Sin embargo, el agua siempre entraba en el templo como si de un balneario cubierto se tratase.

Fue en el año 2001 cuando finalmente se drenó todo el agua de su interior y se realizó el saneamiento del entorno. Ahora el agua se queda «a las puertas» siendo encauzada por un complejo sistema que evita su embalse interior. El continuo rumor del caudal que le rodea, sin embargo, siempre nos recuerda la «intención» de sus arquitectos de ser una «ermita acuática» por algún extraño motivo.

Lo que sí se sabe a ciencia cierta, es que éste fue uno de los lugares escogidos para custodiar el Santo Grial alrededor del año (712-1044) en su camino a Huesca hasta llegar a la catedral de Valencia, donde actualmente se conserva.

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