El valle de Aísa da para mucho. Es, sin duda, uno de los valles más bonitos del Pirineo (aunque esté mal que lo digamos nosotros). Y es que además del espectacular macizo del Aspe y sus montes y arroyos también tiene arte, cultura e historia. Ejemplo de ello es el Dólmen de Izagra. Se trata de un túmulo de 17 metros de diámetro por 1,50 metros de alto, rodeado de un peristalito de unas 40 piedras, con una pequeña cámara que conserva las losas de los cuatro lados y se orienta Este- Oeste.
O una explicación más sencilla: Es una tumba del neolítico del siglo III a DC compuesto por cuatro grandes bloques de arenisca y donde sí se han llegado a encontrar restos óseos humanos.
Cómo llegar
El río Estarrún que ya conocéis por otros artículos será vuestro guía para llegar a esta muestra de nuestro pasado. Si seguís la carretera asfaltada paralela al mismo llegaréis hasta la Cleta, donde deberéis aparcar el coche porque hay una barrera sólo para vehículos autorizados.
Continuáis por la margen derecha del río pasando por el barranco de Igüer hasta llegar a la Plana de Napazal. Si lo hacéis en verano seguro os acompañarán vacas y sarrios durante el recorrido.
Hay que llegar casi hasta el paredón del refugio de la pedraza, cruzar el barranco de Igüer (aquí tiene apenas caudal) y girar casi en redondo para subir la rampa de la derecha hasta llegar a un camino, el GR 11.1 y seguirlo hacia la izquierda. Ahí encontraréis el dólmen de Izagra, que comparte nombre con el ibón que tiene a su lado.
Se trata de una bonita y sencilla excursión de unas dos horas de duración con clase de historia incluida que os recomendamos desde nuestro alojamiento. Cuando volváis a Aísa, no os olvidéis de reponer fuerzas en nuestra terraza y probar alguno de nuestros platos tradicionales. Nuestra recomendación de hoy: paletilla de cordero deshuesada con cerezas. Todo ello producto 100% aragonés.
