La recolección de setas en el Pirineo oscense es una actividad popular, especialmente durante la temporada de otoño, cuando las condiciones son propicias para el crecimiento de hongos comestibles.
Sin embargo, es importante seguir algunas pautas para garantizar la sostenibilidad de los ecosistemas y la seguridad de los recolectores. Antes de salir a recolectar setas en el Pirineo oscense, es necesario informarse sobre las regulaciones locales ya que algunas áreas pueden tener restricciones específicas como cuotas de recolección o prohibiciones en ciertos lugares.
Es fundamental aprender a identificar correctamente las setas comestibles de las venenosas. Puedes llevar una guía de campo o aprender de un experto o micólogo. Para recolectarlas, es necesario utilizar cestas o bolsas de malla que permitan esparcir las esporas mientras recolectas. Además de respetar la naturaleza, también hay que cuidar la salud de los futuros comensales. No recojas setas cerca de áreas contaminadas, como carreteras, vertederos o áreas industriales y, antes de cocinarlas, hay que hacer una limpieza minuciosa para evitar toxinas o setas agusanadas.
Ahora que ya hemos hablado de las recomendaciones, os dejamos a continuación cinco especies muy demandas por los recolectores en esta zona del Pirineo.
Boletus edulis: también conocido como Cep, es una de las setas más buscadas. Tiene un sombrero grande de color marrón y un pie grueso y blanco. Es muy apreciado en la gastronomía y se utiliza en una variedad de platos.
Lactarius deliciosus: esta especie, también llamada rovellón o níscalo, es otra seta comestible muy apreciada en la gastronomía. Es muy característica porque tiene un color anaranjado.
Russula delica: también llamada «pechera» o «niscalo,» esta seta es de color naranja o rojo intenso. Es bastante común en los bosques del Pirineo.
La senderuela (Marasmius oreades) es una seta muy fácil de encontrar. También es conocida con otros nombres regionales, como perrechico en algunas partes de España. Esta seta se caracteriza por tener un tamaño pequeño con sombreros que miden entre 2 y 5 centímetros de diámetro y un color que varía entre el marrón claro y el amarillento.
El champiñón silvestre es otra de las especies más recolectadas. Se parecen mucho a los de invernadero, pese a que el tamaño suele ser inferior. Son blancos y tienen un sabor más intenso que las que se pueden adquirir en los supermercados.
Éstas son solo un pequeño ejemplo de las especies que se pueden encontrar en el Pirineo en el otoño. Con las últimas lluvias y las temperaturas estimadas seguro que saldrán muchas especies para el disfrute de recolectores, micólogos y comensales.